Es un plato que se cocina durante todo el año, aunque al ser caliente apetece más en los meses de menos calor
Ingredientes para 4 personas
4 patatas medianas
400 gr garbanzos
Agua
Sal
Bicarbonato
Opcional: dos o tres zanahorias y un trozo de puerro
Para el refrito:
Aceite, ajo y pimentón al gusto
Paso a paso
La noche anterior pondremos los garbanzos a remojo. Los de casa son de cosecha propia por lo que la primera operación es escogerlos, revisándolos cuidadosamente para asegurarnos que no haya ninguna piedra entre ellos.
Mientras los escogemos se ha ido calentando una cazuela con agua, la que apagamos antes de que hierva. Una vez escogidos y una vez el agua está caliente, echamos en esa cazuela los garbanzos junto con un poco de sal y una pizca de bicarbonato.
Los garbanzos quedarán en ablando toda la noche y a la mañana siguiente los colaremos desechando el agua en la que han estado.
Al día siguiente lo primero que haremos será poner a cocer una cazuela con agua y sal. Cuando rompa a hervir ponemos a cocer en ella los garbanzos (Recuerda que previamente los habremos colado), primero a fuego fuerte hasta que vuelva a hervir y luego a fuego medio durante dos horas y media aproximadamente si se trata de una cazuela normal (Dependiendo de la variedad y de la dureza del agua este tiempo se puede alargar o acortar).
Una vez hemos puesto los garbanzos a cocer, lo siguiente es pelar y picar las patatas (y las zanahorias y puerro en su caso), y añadirlas a la cazuela donde se cuecen los garbanzos teniendo cuidado de que, una vez hayamos añadido las patatas, debemos subir el fuego hasta que vuelva a hervir y luego bajarlo.
Tras unas dos horas y media todo estará cocido y para cerciorarnos probaremos que los garbanzos están efectivamente blandos antes de apagar el fuego.
El último paso de este plato es añadir un refrito de aceite, ajo y pimentón a la cazuela.
¡Que aproveche!

