Hace muchos, muchos años, al Lago lo llamaban Villaverde de Lucerna. Y no era un lago, era una villa.
Dicen que en una ocasión llegó un pobre pidiendo limosna. Recorrió todo el pueblo y nadie le dio limosna. Y al fin, se encontró a unas mujeres cociendo pan en un horno, quienes le dijeron:
- ‘Espere usted un rato’ y metieron un bollo a cocer en el horno para el hombre.
El bollo creció tanto que para sacarlo lo tuvieron que partir en dos pedazos. Y entonces dijo el pobre:
- ‘Aguantad a hacer el pan y salid del pueblo porque lo voy a hundir’
Las mujeres se rieron y el pobre de nuevo volvió a repetir:
- ‘Os vuelvo a decir que salgáis de aquí, que voy a hundir éste lugar’
Al momento, el hombre pobre tomó su bastón y dijo:
‘Aquí cavo mi bastón
Aquí salga un gargallón.
Aquí cavo mi ferrete,
Aquí salga un gargallete’
Y así comenzó a salir agua que anegó la antigua villa de Villaverde de Lucerna, convirtiéndose en lo que hoy es el Lago de Sanabria. Dicen que aquel hombre pobre era Jesucristo y que el día de San Juan, el que está en gracia de Dios escuchará tocar las campanas de la antigua villa de Villaverde de Lucerna, ya que la iglesia del pueblo tenía dos campanas cuando se anegó.