Casi podríamos decir que la vid termina su ciclo vital cada año con la vendimia. Es cierto que aún quedan hojas por colorearse ocre y caerse, pero una vez retirada la fruta, la planta ha finalizado su función anual.
Si nos fijamos bien, no deja de resultar sorprendente que en cuestión de 6 o 7 meses una planta pase por tantos estados fenológicos y se vean tantos cambios en ella. Cambios que a simple vista pueden parecer lentos pero que para nada lo son: una vez que la temperatura ambiente es adecuada y comienza el desborre, los distintos estadios comienzan y se empujan unos a otros, sin prisa pero sin pausa, y no paran hasta el reposo vegetativo.
Este es un pequeño resumen fotográfico del año, del paso por los diferentes estados fenológicos y de los alucinantes cambios que experimenta la vid en su ciclo anual. Ahora es tiempo de alargar el ciclo de la vid exprimiendo la vida de las uvas.
Una añada es mucho más que un zumo fermentado y embotellado: También incluye las personas que por allí pasaron con sus alegrías y con sus desvelos, su esfuerzo, su cariño. Cosas que salen bien, otras que salen mal. Es la humedad de la primavera, el calor del verano, el frío del invierno. Se hace de personas que ya no están, y de personas que se incorporan. Todo eso es cada añada: historias del paso de la vida, en fin, que felizmente se extienden en el tiempo y son recordadas con la ayuda de la longevidad del vino.














