Estar en la Sierra de la Culebra tiene sus cosas buenas, como el entorno natural precioso que tenemos alrededor, y sus cosas malas como el gusto de la fauna que nos rodea por las uvas.
Y es que cuando llega agosto y las uvas enveran, a los pájaros les suele gustar ir a comérselas. Y como la Sierra de la Culebra es zona ZEPA (Zona de Especial Protección para Aves), pues pájaros hay, y muchos. Los más dañinos son los tordos y los pardales (gorriones). Lógicamente, a ellos no sólo le gustan las uvas: También se comen los higos, las ciruelas, las cerezas, las manzanas… A los árboles frutales se les intenta proteger con espantapájaros en la finca, o quizás poniendo una piel de conejo rellena de paja, simulando un gato. Y esto suele funcionar para esos cultivos.
Sin embargo, la viña parece que es diferente. Hay que tener en cuenta que los frutales generalmente se encuentran en fincas más próximas al casco urbano y que las viñas se encuentran en fincas más grandes y más alejadas, y es fácil que tengan monte o arbolado cerca de ellas, y la consecuencia es que también hay más pájaros alrededor.
Las uvas comienzan a enverar a últimos de julio, y unos 15 días más tarde, al final del envero, ya se comienzan a poner dulces. Ese es el momento en el que parece que más le gustan las uvas: Aún cuando muchas uvas quedan por ‘pintarse’ los pájaros comienzan a comérselas.

Pero curiosamente no les vale cualquier variedad: En sus gustos, la uva mencía es su favorita y a la que primero atacan. Los ataques a la mencía son mayúsculos: si hay algún árbol dormitorio cerca, pueden llegarse a comer todas las uvas de las plantas que les quedan a mano. Bastante menos les gusta la tempranillo. Y la garnacha tintorera prácticamente ni la picotean. Y curiosamente, las uvas blancas, independientemente de la variedad y de su estado de maduración, ni las prueban. Esto nos da a entender que seguramente los pájaros identifiquen las uvas blancas con uvas ‘royas’.

Pero no sólo tenemos pájaros en la Sierra de la Culebra ¡también a los corzos le gusta la viña! Ellos no se comen las uvas, sino las hojas verdes y tiernas de las plantas, llegando a dejar cepas enteras sin hoja (Y por lo tanto impidiendo a la planta desarrollar sus funciones vitales). Incluso en nuestra viña, vallada, llegan a saltar la valla para comérselas cuando tienen hambre.

Y no contentos con eso, en la zona tenemos otro inesperado ‘depredador’ de uvas: ¡¡los perros!! Y es que esto es poco conocido, pero a la mayoría de los perros les gustan las uvas cuando están curadas. Así, si la viña está sin vallar y hay perros pastores cerca o perros domésticos que pasean por allí, es frecuente que en su caminar le den unos cuantos bocados a las uvas curadas cuando pasen por delante de ellas.
¿Y cuál es el remedio para toda esta fauna, pensarán ustedes? Pues para los perros y los corzos, seguramente la mejor solución sea vallar bien alto la viña, con el coste que eso conlleva.

Contra los pájaros, hay soluciones de lo más variopinto: Espantapájaros, veletas con sonido accionadas por el viento, cintas reflectantes de color plateado y dorado, simuladores de escopeta accionados por gas, aparatos de sonido que simulan depredadores, ahuyentadores olfativos que inciden en el sistema nervioso de las aves, cometas que simulan depredadores accionadas por viento… Lo cierto es que no faltan opciones a la venta para intentar ahuyentar pájaros. Y lo cierto es también que funcionan muy parcialmente y sólo durante un tiempo, unos días lo máximo. Sea cual sea el método ahuyentador utilizado, los pájaros parece que se acaban acostumbrando a él y llega un momento en el que ya no se espantan.

Pero todos los años ocurre que llega un momento en el cual se cansan de comer uvas, y se van. Unos años llega antes, otros años más tarde. Unos años comen más y otros años comen menos. Y parece que, incluso en un mundo tan tecnológico como en el que vivimos actualmente, al que tiene una viña no le queda otra opción más que rezar un responso a algún santo y esperar a su divina intervención para que las aves marchen pronto.

